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Mapa Reino de Sarnor

Reino de Sarnor en el mapa del mundo conocido [1]

El Reino de Sarnor fue una antigua nación ubicada en las praderas de Essos.[2]

Geografía[]

El corazón de las llanuras del reino está ocupado por los pequeños lagos que antaño formaron parte del Mar de Plata. Se encuentra al noroeste del Mar Dothraki, al oeste de los Reinos de los Ifequevron y del Reino de Omber y al este del Bosque de Qohor. Delimita al norte con el Mar de los Escalofríos, donde desemboca el gran río Sarne, que lo surca desde su nacimiento en el Mar Dothraki. Al este se ubican dos lagos y un segundo río que acaba en la Bahía de los Colmillos.

La región está atravesada por varias carreteras valyrias que enlazan Vaes Khewo y Saath con Vaes Khadokh, y ésta con Qohor.[3]

Historia[]

Los hombres altos, como se hacían llamar, descendían de Huzhor Amai, apodado el Extraordinario, hijo de la última Reina Pescadora, quién desposó a las hijas de todos los reyes y grandes señores de los gipcios, los cymerios y los zoqorios y sometió a los tres pueblos bajo su yugo. Se cuenta que su esposa zoqoria le conducía el carro, que la cymeria le forjó su armadura (el pueblo de esta fue el primero en labrar el hierro) y que se cubría los hombros con una capa tejida con la piel de un rey de los hombres peludos.

Durante más de dos mil años, el Reino de Sarnor, así llamado a pesar de ser una confederación formada por una cuarentena de ciudades-estado, gobernadas por reyes a menudo enfrentados entre sí y nominalmente gobernados desde Sarnath por un Alto Rey; fue una de las grandes civilizaciones del mundo conocido, aunque buena parte de los que se sabe sobre él procede de algunos fragmentos de registros, por lo demás perdidos, principalmente Anales del verano y el invierno y crónicas de Qarth, la Bahía de los Esclavos y las Ciudades Libres.

La ciudad más grande e importante era Sarnath, la de las Altas Torres, donde el Alto Rey residía en el famoso Palacio de las Mil Estancias. Hacia el este se encontraban Kasath, la Ciudad de las Caravanas; Sathar, la Ciudad de la Cascada, situada en la confluencia entre dos brazos del Sarne; Gornath del Lago, llena de canales; y Sallosh de la Costa de Plata, la Ciudad de los Eruditos, con su gran biblioteca y Muralla Pintada. Río arriba, donde el Sarne tuerce hacia el norte, las prósperas ciudades fluviales de Rathylar, Hornoth y Kyth construían barcos que surcaban las aguas azul oscuro. Allí se alzaba también Mardosh, la Ciudad de los Soldados, también conocida como Mardosh la Inconquistable. En el delta, donde el Sarne se escindía y desembocaba en el Mar de los Escalofríos, se encontraban las ciudades portuarias de Saath, al oeste, y Sarys, al este, las cuales entraron varias veces en conflicto con los ibbeneses por los intentos de estos de establecer colonias en la desembocadura del Sarne.

Los comerciantes sarnoreses viajaron a Valyria, Yi Ti, Leng y Asshai, y sus barcos mercantes surcaban el Mar de los Escalofríos hasta Ib, las Mil Islas y el Lejano Mossovy. Los reyes sarnoreses batallaron a menudo contra los qaathecas y los obligaron a desplazarse hacia las llanuras del sur, apoyaron al Feudo Franco de Valyria en la segunda, tercera y cuarta de sus guerras contra el Antiguo Imperio de Ghis, y lideraron incursiones de castigo contra las bandas de jinetes nómadas que vagaban por las estepas orientales.

Incluso en los Siete Reinos se celebraba la gloria de Sarnath, la de las Altas Torres, y Lomas Pasolargo incluyó el Palacio de las Mil Estancias en su libro Maravillas creadas por el hombre.[4]


Caída[]

Tras la Maldición de Valyria, los reinos sarnoreses tardaron menos de cien años en caer. Mientras las ciudades libres del oeste se enzarzaban en una lucha encarnizada durante el período recordado como el Siglo Sangriento, en las praderas del este también estalló la guerra. Durante los años que siguieron a la Maldición, los jinetes de las estepas orientales, divididos en decenas de tribus en guerra perpetua entre sí, se unieron bajo el mando de un solo líder, un Khal dothraki llamado Mengo. Cuando, ya anciano, había unificado todas las tribus bajo su mandato, dirigió la mirada al oeste.

Durante siglos, los señores de los caballos no fueron nada más que una molestia para los hombres altos y estos desdeñaron demasiado tiempo la amenaza del este, incluso cuando los khalasares comenzaron a atacar las marcas orientales. Algunos reyes trataron de utilizar a los dothrakis, les ofrecieron oro, esclavos y otros obsequios a cambio de que lucharan contra sus enemigos. Khal Mengo aceptó los regalos con mucho gusto y se quedó también con las tierras. Quemó campos, granjas y ciudades y devolvió las praderas al estado salvaje, pues la tierra es la madre de los dothrakis y consideran pecado hender su carne con palas, hachas y arados.

Los hombres altos no advirtieron el peligro hasta que el hijo de Mengo, Khal Moro, condujo su khalasar hasta las puertas de Sathar, la fabulosa Ciudad de la Cascada. Los dothrakis vencieron en batalla a los hombres de Sathar, los pasaron por la espada y tomaron a sus mujeres e hijos como esclavos; tres cuartas partes de estos fallecieron en la extenuante marcha al sur hasta los mercados de esclavos de Hazdahn Mo, la ciudad ghiscaria de las colinas. Sathar, el poblado más hermoso de las praderas, quedó reducido a cenizas y escombros. Está escrito que fue Khal Moro personalmente quien rebautizó las ruinas: las llamó Yalli Qamayi, el lugar de los Niños Aullantes.

Ni siquiera entonces se unieron los reyes de Sarnor. Mientras Sathar ardía, los reyes de Kasath, al oeste, y Gornath, al norte, enviaron sus ejércitos, pero no en ayuda de sus vecinos, sino para reclamar parte del botín. Kasath y Gornath, ávidas de tierras, llegaron a enfrentarse: libraron una batalla campal a tres días de al oeste de Sathar, mientras en el cielo oriental se alzaban penachos de humo negro.

A partir de ese momento, las grandes ciudades de Sarnor fueron cayendo una tras otra ante los dothrakis. En las crónicas de El fin de los hombres altos, Las tribus de los caballos: estudio de los nómadas de las llanuras orientales de Essos, Batallas y asedios del Siglo Sangriento, y Ciudades en ruinas, dioses robados se relatan detalladamente los acontecimientos de la caída de las ciudades sarnoresas.

Sathar fue la primera ciudad de las praderas que cayó en manos dothrakis, pero ni mucho menos la última. Seis años más tarde, Khal Moro arrasó también Kasath. Por increíble que parezca, los jinetes atacaron con ayuda de Gornath, cuyo rey había hecho causa común con los dothrakis y había desposado a una de las hijas de Moro. Y Gornath fue la siguiente en caer, al cabo de doce años. Para entonces, Khal Horro había dado muerte a Khal Moro, con quien pereció el linaje del poderoso Khal Mengo. El rey de Gornath murió a manos de su esposa dothraki, quien, según se cuenta, lo tildaba de débil. Khal Horro la desposó de nuevo mientras las ratas devoraban el cuerpo de su difunto marido.

Horro fue el último gran khal que contó con la lealtad de todos los clanes dothrakis. Solo tres años después de la destrucción de Gornath, murió a manos de un rival, su gran khalasar se dividió en una docena de hordas menores y los jinetes reanudaron sus rencillas. No obstante, el alivio de Sarnor no duró mucho: había mostrado su debilidad y los khals que sucedieron a Horro compartían su gusto por la conquista. En los años siguientes, rivalizaron invadiendo territorios cada vez más amplios, destruyendo las ciudades de las praderas, esclavizando a sus gentes y llevando de botín a Vaes Dothrak los ídolos caídos como testimonio de sus victorias.

Las ciudades de los hombres altos cayeron una tras otra; solo quedó ruina y ceniza donde se alzaran sus orgullosas torres. Para los eruditos y estudiosos de la historia fue especialmente trágica la desaparición de Sallosh de la Costa de Plata, porque, cuando ardió, la gran biblioteca la acompañó en las llamas, y casi toda la historia de los hombres altos y de los pueblos anteriores se perdió para siempre.

Pronto la siguieron Kyth y Hornoth, destruidas por khals rivales que pretendían superarse en brutalidad. Mardosh la Inconquistable, que estaba fortificada, fue la que desafió durante más tiempo a los señores de los caballos: resistió seis años, aislada del entorno y sitiada por una sucesión de khalasars. Acuciados por el hambre, los mardoshitas devoraron a sus perros y caballos; luego probaron las ratas, los ratones y otra alimañas, y acabaron por comerse a sus propios muertos. Cuando vieron que no podían seguir resistiendo, los guerreros supervivientes de la guarnición mataron a sus esposas e hijos para impedir que cayeran en manos de los khals, abrieron las puertas de la ciudad y lanzaron un último ataque. Ninguno salió con vida. Los dothrakis bautizaron las ruinas como Vaes Gorqoyi, la Ciudad de la Carga Sangrienta.

Con la caída de Mardosh, los reyes sarnoreses comprendieron por fin la gravedad del peligro, dejaron disputas y rivalidades a un lado y reunieron ante la muralla de Sarnath un gran ejército formado por seis mil carros de guerra, veinte mil jinetes y cien mil lanceros y honderos, dispuestos a acabar para siempre con el poder de los khals. Liderados por Mazor Alexi, el último Alto Rey, atacaron con arrojo por el este, y entre las altas hierbas, a medio camino entre Sarnath y las ruinas de Kasath, se toparon con una fuerza conjunta de ochenta mil jinetes de formada por Khal Haro, Khal Qano, Khal Loso y Khal Zhako, en lo que se conocería como Campo de Cuervos.

Aunque inicialmente parecía que los sarnoreses vencerían, los dothrakis les tendieron una trampa y les rodearon, masacrándolos. Se dice que más de cien mil hombres murieron ese día, entre ellos Mazor Alexi, seis reyes menores y sesenta señores.

Sarnath, la de las Altas Torres, indefensa, cayó ante Loso el Cojo quince días después. Ni siquiera el Palacio de las Mil Estancias se libró cuando el khal incendió la ciudad. Las ciudades restantes cayeron una tras otra mientras el Siglo Sangriento tocaba a su fin. Sarys, en la desembocadura del Sarne, fue la última en sufrir el infortunio, pero dejó poco para el saqueo, pues casi toda su población se había dado a la fuga cuando Khal Zeggo Invadió la ciudad.

De todas las ciudades sarnoresas, la única que no es encuentra en ruinas es Saath, una triste urbe portuaria que apenas es una sombra de lo que fue y que sobrevive gracias al apoyo de Ib y de Lorath, por su vecindad con la colonia lorathia de Morosh. Solo los habitantes de Saath siguen llamándose tagaez fen.[5]

Población[]

Los sarnoreses se hacían llamar a sí mismos hombres altos (tagaez fen en su lengua), y tenían la piel morena y las extremidades largas de los zoqorios, pero el pelo y los ojos negros como la noche. Hoy en día su población ronda las veinte mil personas, cuando antaño fueron millones. Eran un pueblo de guerreros, hechiceros y eruditos, orgullosos y belicosos, rara vez unido bajo un solo gobernante. Se sabe que adoraban a un centenar de dioses.[6]

Referencias[]

  1. Mapa tentativo, no existen límites claros.
  2. The Lands of Ice and Fire
  3. The Lands of Ice and Fire
  4. El Mundo de Hielo y Fuego, Más allá de los Reinos del Ocaso, Más allá de las ciudades libres.
  5. El Mundo de Hielo y Fuego, Más allá de los Reinos del Ocaso, Más allá de las ciudades libres.
  6. El Mundo de Hielo y Fuego, Más allá de los Reinos del Ocaso, Más allá de las ciudades libres.


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